Video: Koke Reátegui

En la escena en que Paul Atrelleis llega al planeta Arrakis, en la película Duna de Villeneuve, la población originaria del planeta lo recibe gritando y dándole la bienvenida como al elegido, el Mesías. Él cuestiona a su madre cuando ella afirma que lo reconocen.
―Solo ven lo que les dijeron que vieran― le dice.
La orden de su madre, una especie de culto católico matriarcal galáctico, llevaba siglos implantando en esa población la esperanza de la llegada de un salvador.
En Walden Dos, Skinner hace de la utopía de Henry David Thoreau, un alejamiento individual y solitario, en una excursión comunitaria, en donde se conservan los libros técnicos, pero los de historia y literatura no se permiten en esta comunidad, fundando una nueva. Mantienen el principio que el conocimiento de nuestra historia, pues, nos permite repetirla.
De ser casi el primer exportador de cocaína a finales del siglo XVIII, pasamos a ser uno de los países con mayor narcotráfico. Mientras, la cocacola es algo que exaspera mis papilas gustativas apenas la veo en un anuncio, que la confundo con la blanquirroja a la que, con tonos grises en mi uniforme, me enseñaron a cantarle un himno, que, pensándolo, con el tiempo, la bandera y el logo de la gaseosa es, para mí, lo mismo… y el himno, una letanía, como un rezo que me obliga a pensar en lo sagrado que podría ser para un niño estar frente esos símbolos. Lo sagrado es la coca cola, el lavado de cerebro, lo que nos impulsa al reconocimiento de un territorio en una lámina Huascarán, lo que nos incrustan y nos insertamos, llegar a discutir con el otro, que al final puede ser uno mismo, por diferencias que ni siquiera las pedimos… lo sagrado está ahí, antes de que hayamos llegado.
Hay cierta simbología básica que hace que nos reconozcamos, pero más que lo haga, es como quieren que lo hagamos, un recuerdo creado que nos mantenga algo cuerdos. Hay ciertas cosas que quieren que veamos y otras que reescribamos como si estas fueran ciertas desde un tiempo anterior, buscando la identificación, buscando un bien que en realidad es el bien de otro, un otro con O mayúscula. Alguien sin identidad y que la busca en otras que ni les importa.
Crear Imágenes es tan sórdido como crear esperanzas, las imágenes están cerca de ser símbolos… y los símbolos, una vez creados y afirmados por cierta mayoría, los utilizan para manipular.
El Perú festeja el bicentenario de su independencia en medio de una pandemia con la sempiterna crisis política, económica y social. Una forma de protegerse del contagio se ha extendido en los comercios y agencias bancarias, entregando el vuelto de dinero rociado de alcohol o nosotros mismos rociándolo en nuestras manos y al tocar el recibo emitido de forma impresa, la tinta se esparce y deforma, creando imágenes que, de acuerdo a la textura y a los químicos que utilizaron en el proceso de la fabricación del papel, forman figuras que varían en consistencias grises o azuladas. Imágenes que podrían ser una metáfora de la incertidumbre individual ante el contexto nacional, un reflejo, nuestra sombra… un doble.
Otto Rank en una compilación corta sobre el asunto, resuelve que no podemos vivir sin ese ello, llamado de diferentes formas en diferentes épocas, pero conciliando en ejemplos más cercanos como nuestra imagen en el espejo o nuestra sombra, y ¡ay! si la perdemos, muerte segura, o si ésta se hace independiente, ese doble te busca y te mata.
Los símbolos no matan, te dirás…
En las calles se da una especie de colaboración tácita. Los carteles, afiches, que ofrecen eventos o servicios, se sobreponen en distintos puntos distinguibles de la ciudad, no tanto por capricho de las personas que los pegan, sino por lo difícil que el pegamento adhiere la superficie del papel con el cemento fraguado. Por lo que sobrepegan donde antes había antiguos carteles.
Con la reactivación económica fueron cautelosamente reimpulsadas las actividades por las cancelaciones de los eventos a última hora. Las paredes descaradas, con papel descolorido, poco a poco fueron cubiertos con anuncios de nuevos eventos y renació esa especie de colaboración, papel sobre papel, sedimentos culturales, memética arqueológica. Lo que me recuerda a Teoría general de la basura de Agustín Fernández Mallo, en dónde dice que el arte y la cultura se encuentran en el desperdicio, éste conforma la nueva obra, y del futuro deterioro de esta nueva obra se asume el devenir metaposmoderno del arte.
…quiero ser parte del sedimento, de la basura.
¿Qué es lo que puede identificar a la mayoría de peruanos?
Lo que me identifica es mi reflejo, mi sombra y tal vez por último y, más que todo, mis recibos de compras.
==>II _ _ V =0
No sé si decir, como muchos, que lo que marca inicio de este siglo es un atentado de alto presupuesto cinematográfico o una pandemia de serie B. Fuma un cigarrillo y piensa que al Spiderman de Tobey no le va mal con el cáncer y ensaya una sonrisa contagiante para cuando lo diga en público. Formula la hipótesis de que alguien le dirá qué es lo gracioso y extenderá la sonrisa para los que sí le entendieron esperando sus gestos de suficiencia. Reparo en que en una película de serie B hay mucha sangre y probablemente el bichote mutaría y saldría de las panzas de los infectados desobedeciendo al efecto manta. La analogía es incorrecta. Pasa de la mitad del cigarrillo sabiendo que le dolerá la cabeza y lo adormilará como el café. Presiente que hoy es un día especial, uno de los pocos que le quedan. Hace muy poco aprendió que no se fuma hasta el pucho, apaga el cancerígeno y deja que las ascuas ensucien su escritorio y prende uno nuevo ya con el dolor de cabeza encima. Sabe que no le queda mucho tiempo por lo que le da un empujoncito. Piensa que todo estaría mejor si todo estuviera peor, mientras ensaya una carcajada en vez de la sonrisa. Así como la vida no se puede entender sin la muerte. Desecha ese pensamiento porque lo considera muy básico, pero sabe que esos pensamientos son los que se insertan con mayor eficacia en su memoria. Tal vez no necesito mucho público, solo la persona adecuada que entienda mi humor, tal vez a nadie. Esta vez la sonrisa crece espontáneamente y la carcajada hace que las ascuas se disipen en el vidrio del escritorio. Así es como debería hacerlo, ser sincero, eso contagia. Ríe aún más, se para y grita, se ensordece, salta y cae en el piso, se tuerce, empolva su ropa y comienza una lenta calma hasta quedar arrebujado en posición fetal. Mary Roach al investigar sobre la digestión se topó con el mito de que las orugas de escarabajo soportaban los jugos gástricos, al que le consultaba no se le ocurrió mejor idea que experimente ella misma sus efectos, no es que le haya metido en un saco similar a un estómago, sino que le puso en la yema de un dedo una gota de ácido clorhídrico. Piensa, repasa para no olvidarlo. A los minutos sintió un leve cosquilleo que podía confundirse con sugestión. Cuando imaginaba el bolo alimenticio disuelto para absorber los nutrientes por ínfimos filamentos, sin querer pensaba en La mosca de Cronenberg, cómo la mutación monstruosa disolvía el brazo de la expareja de su ex. A Mary le pareció posible que una oruga podría sobrevivir en un estómago, pero de ahí a abrirse camino para salir como un xenomorfo… Al rato ya estaban con un sapo sedado, con un filamento que entraba en su boca abierta hasta llegar a su estómago, y al final de este una microcámara que reproducía las imágenes desde su interior en HD. La oruga se movió en un principio, pero al poco se calmó, ya sea por el calorcito del interior del cuerpo del batracio, se puso quieto, que para comprobar que no estaba tomando una siesta o estaba muerto, introdujeron otro filamento para darle pequeñas punzadas en su cuerpo. ESTÁ VIVO. Es en ese momento, parece que lo había olvidado, el veterinario que participaba en el experimento les habló de porqué a los perros se les envuelve con vendas o telas para que no se loqueen cuando comienzan a explotar los fuegos artificiales. Al parecer esto hace que la ansiedad disminuya en los animales y se conoce como el efecto manta y es posible que por esto la oruga u otros tragados vivos tengan esa paciencia de ser digeridos sin manifestar molestia. Siente un poco de frío, simulando ser un bebé, imagina que le están haciendo pequeñas punzadas para comprobar si está vivo o solo está tomando una siesta.
Se logra parar, no hay tampoco razón para no hacerlo. A nadie le gusta que le estén trincando con un palo, menos cuando se está calentita y distraída en un sueño repetido, pero igualmente placentero. En su sueño está a punto de tirarse desde el balcón de su piso arrendado. La vida vale madre y soy hija de mil putas. No hay lágrimas, sólo regocijo y cinco pisos por caer. No lo pasé mal, me comí todo lo que quise y se me antojó. No esperanzas de cielos, infiernos, reencarnaciones, ni de la nada absoluta. Total, ya es algo. Nada de nada. No hay drama. Duda si contar hasta tres o hasta diez, más bien se distrae, pero adivina o se topa con simbología cristiana y del Antiguo Testamento. Cachera, necia, debí leer más. ¿Alguien tiene sueños en los que se reproduce milímetro a milímetro, segundo a segundo lo que pasó en la realidad, en esa en que nos tocamos? ¿A esto es lo que le llaman estrés post traumático? Ella sabe que sueña, ya tenido este sueño miles de veces, apenas cabecea, aparece de nuevo en el balcón decidiendo si ir por la Trinidad o el decálogo. ¿Pero en realidad las cosas ocurrieron así, no es que los recuerdos se reescriben como si fuera una actualización automática de una App? En el sueño y en la realidad esta indecisión hizo que tardara y no cogiera uno de sus destinos, ella está segura que no flaqueó. Solo te pierdes un toque y pierdes todo. Necia, puta rica. Riquísima. El sueño le pone cachonda. Tal vez por eso me están jodiendo. En el sueño y en la realidad no dudó en tirarse, tuvo solo la indecisión de contar hasta tres o hasta diez y es cuando recibió un puntapié fantasmal que le quebró unas cuantas cosillas y la inflamación de su teta izquierda por varias semanas, de lo que disfrutaron, se dejó disfrutar y disfrutó. Te distraes un toque y la mama más pequeña y menos traviesa dobla su tamaño y se vuelve la mimada de sus amantes y de ella misma. Putísima. Riquísima. Suelta una risa aún dormida, sintiendo los primeros toques, suaves golpeteos. En el sueño y en la realidad le dolió un carajo y dos mierdas, pero por la falta de aire apenas dijo uno, como si la sinapsis hubiera tenido un déjà vu. Tal vez en ese momento es que se quebró su corazón hecho de piedra lógica. Su vista se había entumecido y creyó distinguir llamas en forma humana. Estaba llorando de dolor y no le ayudaba no poder recuperar el aire. En el sueño, y en la realidad, el dolor era de igual intensidad, solo que en el sueño lo disfrutaba porque sabía el final. El destino. En la ambulancia prometió venganza. En el encierro prometió venganza. Hijo de mil padres. Con la teta recompuesta, más pequeña que la derecha, en la realidad y en el sueño, fue al departamento que el hombre en llamas alquilaba en un séptimo piso. No entró, no podría hacerlo, no es que tuviera ayuda de un deus ex machina, pero el pasadizo daba a la calle y, en la realidad y en el sueño, sí, la venganza estaba por cumplirse. Hasta que los golpeteos la despertaron, en el sueño y en la realidad. Se sintió húmeda, su vulva de consistencia infantil (el uso indiscriminado era un mito), había dejado salir sus labios y el bombero que había evitado que se suicidara, por una cuestión lógica o por venganza, la penetraba. Luego, muy luego, se paró. No tenía porque no. Él aún dormía agotado, ella lo había salvado.
El 15 de julio del 2020 el avión comercial de la empresa LATAM aterrizó en la Ciudad Imperial sin novedad, mínimas turbulencias hicieron que su fuselaje vibre y algunas tuercas se resintieron. Con matrícula CCB07 llegó desde la capital de la República. El capitán anunció a los pasajeros que serían bienvenidos con una sorpresa. Definitivamente no era lo que esperaba. No es que la fortuna lo había guiado, lo fortuito de su viaje lo había dejado varado en esa ciudad que consideraba insípida, decadente, insegura. Demonios. No podía no fingir que estaba feliz a pesar de su temperamento, se notaba una verdadera emoción debajo de esa mascarilla y la pátina plástica que le cubría la cara. El sudor era por la emoción y por el sofoco. Cuando la aeromoza le dio la palabra al capitán, ambos trataron de decirlo juntos, anunciaron la llegada a la ciudad del Cusco y los pasajeros reventaron en vítores y aplausos. No se pudo contener, lo había resistido cuando el Capitán América casi vencido por Thanos escucha "a tu izquierda" y vio a todo el cine explotar y él, en su cabeza, los acusó de ridículos. Gritó esta vez, rugió, aplaudió, está vez era un hombre diferente, se dejó llevar y se babeó en la N95. Soy otro, soy otro, soy otro. Sintió el remezón cuando el tren de aterrizaje tocó el asfalto y dejó los cuatro meses de aislamiento decretado, y porque él no conocía casi a nadie en Lima, en el pasado. Soy un hombre nuevo. Más relajado distendió sus músculos y se preocupó por aliviar y dejar libre la acumulación de fluidos en su vejiga. No fue al baño del avión por temor a un contagio indirecto en el pequeño espacio y contaba los minutos para poder usar el baño del aeropuerto. Ya no resisto, soy otro hombre, unos minutos más, soy otro hombre, un hombre nuevo. Su poca experiencia en tráfico aéreo hacía que se hiciera infinito el aterrizaje, la velocidad bajó, notó que el avión volteaba y lentamente seguía por la pista. Al mes de confinamiento pensó en iniciar el peregrinaje a su ciudad de residencia, los rumores eran ciertos, mucha gente, gente que quedó varada, gente que no podría sobrevivir en la capital, iniciaron el periplo a sus ciudades de origen, era mejor morir haciendo algo para no hacerlo, para no morir, que esperar que el hambre te corroerá en el mismo sitio. No sé atrevió. Las ventanas, ojos de buey de los transportes aéreos se comenzaron a empañar, comenzaron a adherirse gotas cada vez más grandes que tardaban menos tiempo en diluirse y por fin detrás de ese vidrio transparente se hizo una catarata. Esto no se le hace a un poeta. Pensó, recordando la golpiza que le dieron a Cachuca y que salió como titular en algunos periódicos. ¿Estaban desinfectando el avión? Dos vehículos de los bomberos aeronáuticos hacían un cruce de aguas dando la bienvenida a la restauración comercial del transporte aéreo. Esa era la sorpresa que no resistieron sus esfínteres. Soy un hombre nuevo.
Encontró, le encontró, se encontraron. El ronroneo. La constancia. Cuando duermes tu cuerpo está más alerta. Frenar lo despierta. No es que hacía un trío con el vehículo como en Crash de Ballard, era algo más íntimo, tampoco era una relación con el vehículo, era algo más puro. No en el estilo de reproducir choques famosos y follar en los vehículos destartalados, muy literario, muy para guion de una película, algo para Cronenberg. Nunca manejaría un vehículo, le parecía una pérdida de tiempo y la pérdida conlleva posesión. Me preguntaron si las personas que veían películas raras, con sangre, de terror, tienen algún trastorno. Se lo preguntaron en un almuerzo dónde sentados, engullendo sus alimentos, había más psicólogos, abogados y trabajadores sociales. Que se lo preguntaran conlleva posesión. El malestar era implacable y la mimesis de vehículo en movimiento y sueño medianamente profundo, no funcionó en el trayecto, en el viaje a la capacitación. Parece que era real la curiosidad, nunca traté crear un estereotipo de lo que los abogados ya tienen, pero con el trabajo, desconfiaba de ellos, tenían algo malicioso en ellos, por otro lado, también podría ser mi posesión, lo mío que se escapa un poquito. Algunos otros del área legal dejaron sus cubiertos y los trabajadores sociales se metieron un gran bocado esperando la respuesta. Tal vez todos estaban al tanto de la mala noche o de las malas noches. Alguien tosió. Para apurar la respuesta, pensó. Si hubiera podido conectar con la dinámica del transporte tal vez su rostro no estaría tan descompuesto. Tal vez solo era el ají medio rancio, pero nadie se atrevió a reclamar, era un hotel de cuatro estrellas. Era comida que comieron antes hasta hartarse, pero era otro lugar y las porciones más pequeñas. No era apuro, no debía sentirse presionado, eran sus cuerpos que no estaban preparados para ese ají que habían comido antes, pero sin tantas especias, que tal vez estaba despertando una alergia en los participantes de la capacitación. Algunos tosen con desparpajo, se contienen otros, se tapan las vías respiratorias y otros se frotan la garganta. Recuerda que apenas entra en marcha el vehículo le ataca una especie de narcolepsia, el sopor de días sin dormir hace que su cuerpo se relaje, el movimiento es su dormidera. Pero este pacto se contuvo y fue pesadillesco viajar ocho horas con los párpados rastrillando los globos oculares. Bajaron los malestares en la concurrencia, meses después muchos de ellos sentirán ese atasco de nuevo. No podía hablar de trastornos, estaban sobrevalorados, como casi todo. Cómo pensar que el movimiento le canta una canción de cuna y por fin puede descansar. Varios sostienen su mirada en él, tienen de lejos el malestar y la presunción de que algo extraño les está pasando. En la oficina, mucho después, el abogado le dirá que así se sintió, como si ese ají se hubiera quedado en su garganta y no le dejaba respirar y gracias a Dios que no era su hora. Después, el movimiento, ese al que encontró y le encontró, no le falló como en ese viaje a la capacitación, el movimiento lo acunó y así podía descansar. Uno de los psicólogos refirió que es una forma de eliminar la agresividad, otro que ayuda a contenerla, y otro, que generalmente se encuentra psicópatas entre los que concurren a esas funciones dónde la sangre bulle. Envalentonado o más tranquilo por no haber sentido el malestar que invadió a la mesa, preguntó por qué quería saber por el gusto por esas películas. El abogado, el mismo con el que trabajaba y meses después comparó lo que sintió en ese almuerzo cuando el aire no entraba en su organismo cuando se contagió de COVID-19 y la gracia divina le salvó porque no era esa su hora, le dijo que su sobrino le pedía que le llevara a esas funciones. Lo que le dijo no lo calmó, lo confundió, le dijo que preguntara a las personas que los rodean en la sala de cine, y adelantó que cada uno tendría su razón, como en la mesa. Se miraron extrañados y dejaron el ají…
Antes del Antes. Mucho antes de este Antes, hubo también una pandemia y también un ataque en el territorio estadounidense. Dos guerras mundiales. Y antes de ese antes de este Antes, Freud publicaba, par de años antes, La interpretación de los sueños adjudicándole 1900 como la fecha de publicación, sin plantearse, como lo hiciéramos en este fin de siglo, que el XXI se inicia el 2001. Antes de este probablemente Antes que marca el principio de siglo, hubo muchos comienzos en el siglo XX, y si agregamos las demás tragedias internacionales o internas, llegaríamos a la conclusión de que nunca comenzó. Como pequeños avances de una película futura, teasers, ni siquiera el tráiler completo, de esos cortos eventos hacemos películas, nada reinicia el d.C. y eso hace que el presente no sea antes ni el después, ni el año 0, peor. Después despierta y consigue, nuevamente, pensar-imaginar que se encuentra en el sueño y que hará cosas que se hacen en la realidad, como tratar de no levantarse, con cierta molestia o mucha, intentar ponerse un calcetín y arrepentirse llegando a la ducha con el calcetín medio puesto y ella divertida por dominar su sueño, sonreirá cuando mojado lo cogerá y lo botará fuera de la ducha, consiguiendo que la cortina de la ducha quede semi abierta dejando entrar una oleada de frío que “la despertará” de ese sueño vívido, pero que aún lo domina y mientras que dure la realidad -esa, se dirá que está bellísima. Putísima. Ahhh, suspiro, no dirá, lo pensará sin suspirar… y volverá a la cama para pensar que eso también es-fue un sueño mientras dejen de pasar teasers para lo que vendrá después de Cristo: La verdadera pela.
Una vez dentro del aeropuerto Alejandro Velasco Astete de la Ciudad Imperial, no iba dejar así nomás la cosa. Los pantalones mojados no le impedían ser un hombre nuevo, es lo que incrementaba su seguridad y confirmaba que se originó el cambio. No era ese anterior, el anterior del que había huido y que también había huido de uno antes; y la verdad es: todos somos hombres nuevos a cada momento, las células se recambian, nuestros recuerdos se reescriben, dejamos de amar a una persona para andar con otra, o la seguimos amando follando con otras personas. Nos actualizamos tal cual como una App. La cola es larga para llegar al baño, pero saciado en el asiento F33 del vuelo con matrícula CCB07, parecía estar más tranquilo, olvidando la humedad, olvidando esa parte de él, eso que poco antes estaba en su vejiga ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que tus excretas dejen de ser tuyas? Tus espermatozoides no dejan de serlo si uno de ellos fertiliza un óvulo. ¿Y si hay alguna forma real de vida eterna que la sublimamos con la idea de cielo o reencarnación? Algo más real, siquiera como cartón-piedra. La columna no avanza o parece no avanzar por el distanciamiento, se ve tan lejos la silueta de los homúnculos de los sexos regulares que anuncian la entrada a los servicios higiénicos. Se separa un poco de la cola, solo para ver cuántos faltan para que pueda llegar, vuelve a su sitio y comprueba que está parado en la marca, a un metro y medio de distancia y vuelve a salirse de la cola, para el disgusto del de seguridad, al que le ve apretar su macana y con la otra mano desabrochar el precinto de seguridad de la cartuchera de su arma. Son otros tiempos. ¿Así habrá sido después del 11-S? ¿Cuándo la vida está amenazada piensas en poder dar una paliza a alguien, matarlo de un disparo, o en la eternidad? Lo pone de más nervios. Racionaliza la explicación que se da por el acudir constantemente a mingitorios, retroalimenta la idea y se niega así mismo que se trate de algo irreversible y se afirma que es su nuevo tic, su tic tac, que le marca la hora, el tiempo que lo atrae a la muerte. Revisa en Google y le sale Tecnologías de la comunicación e información. Su TOC. ¿Y si alguna vez llega ese Dios reparador y vuelve en forma de pequeños dioses extraterrestres que no encuentran rastro de él porque no tuvo progenie y no pueden recuperarlo para la existencia, una especie de abducción inversa y orgánica? Sale de la cola nuevamente, no tiene esperanza en que se atreva, el guardia solo está probando las alternativas, ese es su consuelo. No es sufrimiento, vivir es racionalizar que tu ansiedad hace de rutinas estúpidas su desahogo. Puede ver que, desde su perspectiva, la distancia entre uno y otro es más cercana cuando están más cerca de la puerta del baño, aunque están parados en la marca del piso, separados a un metro y medio de distancia. Toc toc. ¿Quién eres? ¿Acaso un pequeño dios reparador? Tic ¿Quién, Tic? Amigo de Tac ¿Tic y Tac? Más bien Tic Tac. ¿Tic Tac? Sí, Tic Tac y venimos con TOC. Tic Tac y TOC. Umm, es una buena canción ¡Ahora todos conmigo! ¿Ahora todos conmigo?...
Consideraba que el efecto manta, que se podría traducir en los humanos con el abrazo, era algo que no funcionaba en él. El contacto físico que no involucrara alguna satisfacción sexual le era difícil. Aunque, era ridículo saludarse con los codos (qué nueva pandilla con ridículos saludos formamos), era un avance para su propio beneficio. El objeto del saludo era brindar a la otra parte la seguridad que no lo atacarás, por lo menos eso se dice, pero lo dubitativo en concordar un saludo parametrado, en estos tiempos, nos hacía vulnerables, expuestos y la amenaza no venía esta vez de una espada medieval. Se podría decir que cualquier tipo de afecto desinteresado en su copulación lo intranquiliza y peor aún, le deja una sensación de derrota ¿cómo detener esos gestos sin parecer un imbécil o un nórdico civilizado, teniendo la estructura física de un andino que se caga de frío? Apapacho. Otra vez en el piso, en posición fetal, acurrucado, buscando la seguridad uterica, el cosmos como la gran membrana que lo calma, un efecto manta universal, la vibración y la conexión de todos los seres. Huachafería. Se levanta del suelo y se estira con un movimiento de yoga, el saludo al sol. Desempolva sus ropas del lado izquierdo y el polvo hace que estornude sin mediar cuidado ni barreras. A pesar de todo está tranquilo, su refugio está habilitado en su cabeza y le crea distracciones como el crujir de sus tripas, el frío invadió su cuerpo por el lado izquierdo y algo, ya roto, se rasga más, que le obliga a sentarse frente a los ventanales y observa el atardecer, como si fuera el de siempre, porque lo es. En lo alto del cielo, el último vuelo de la tarde rompe algunas nubes bajas y, dentro, la peristalsis intestinal hace eco en las partes huecas de su panza. El transporte comercial aéreo se normalizó y ve a varios aviones, a lo largo del día, llegar a la Ciudad Imperial. Algo sucede en sus tripas. Siente que algo no anda muy bien ahí dentro y teme que en la escala de Bristol sus desechos sean “acuosos, sin pedazos sólidos, totalmente líquidos. DIARREA IMPORTANTE”. No es que no haga fácil el proceso, es que necesita distracciones para sus crisis; se contiene, prefiere concentrarse y utilizar la contracción paradójica del esfínter, que, como dice Mary Roach “Empujas contra la puerta al mismo tiempo que la mantienen cerrada”, eso es mejor que rumiar ideas. Cualquier parte de nuestro cuerpo que tenga miles de terminaciones nerviosas es erógena y el trabajo para llegar a ser un man del estreñimiento es largo, pesado y heroico. Es como muchos proctólogos creen que el ano, de uno o una, con una larga data de entrenamiento es como una trampa de osos, que tienen mucho cuidado cuando meten el dedo para un examen. La tarde se hace más dura y duradera, la conciencia se apaga en deseo y sabe que el verdadero efecto manta es cuando quedas atrapado en uno de esos esfínteres. Una luz roja ilumina la oscuridad, es el primer vuelo de la noche que llega a la ciudad.
Ahí está otra vez en la pesadilla que es sueño y a la vez el recuerdo reescrito de algo real, tan real e implantado en la realidad que tuvo consecuencias para otras personas. Debo estar despertando. Se escucha house of the rising sun. Su sueño-recuerdo no tiene soundtrack, son tantas veces que lo tuvo que cualquier extrañeza es distinguible. Está vez, está vez el bombero vestido de civil no la salva. Es decir, ella fue al departamento donde vivía su salvador, el que con una patada en el seno izquierdo la tumbó en su balcón dejándola sin aire y retrasando el propósito de suicidarse. ¿Qué mejor venganza que suicidarse del piso de quien obstruyó tus planes? Pero está vez se pasó al frente de unos ventanales, antes siquiera de intervenir y controlar su sueño. Desnuda, putísima, riquísima. Miraba el fin de la tarde, pero se hacía fantasía, así que recalculó su sueño con el recuerdo y se trataba de una mañana, un día iniciándose. Reiniciándose. ¿Cuántos días estaba en el lugar? El sueño volvió a ser profundo volviéndose fantasmal la canción que por poco la saca del letargo. ¿Qué tan vieja puede ser la canción para que no importe o no te saque del adormilamiento? Al estar dormidos estamos más alertas a los cambios bruscos, alguna vez eso definía nuestra sobrevivencia. El silencio opacaba el recuerdo, un avión rayaba las nubes matutinas sin que se pronunciara. Volvió al mantra. Necia. Putísima. Riquísima. Pudo escuchar el gorgoteo de las palomas. Riquísima. El estentóreo de miles de aves en cautividad. Necia. Lo ecualizó, bajo el volumen de los chirridos, silbidos, trinos de cualquier ave, y a lo lejos podía escuchar el sonido del avión cortando el aire. Putísima. Unos lamentos desde atrás, ¿ruegos? No lo tenía muy claro. Otra vez esa vieja canción se inmiscuía en el sueño. Riquísima. Las aves invadieron el lugar, una especie de piso pornotópico donde la centralidad era la cama, el lecho; columnas sin muros y el baño descubierto de donde provenía esa especie de lamento. Putísima. Las aves desaparecieron con la canción de The animals en la versión reversionada por su cabeza. Se acercó y le encontró babeado, con los mocos afuera y ajustándose el pecho con la mano, tratando de quitarle el aire al mundo, sentado, desnudo, en posición fetal con los cabellos mojados, la piel sudada, la piel como una gallina pelada. Lo miró. Se miró. Bellísima. ¿Cuántos quieren comerme y tengo que soportar esto? Putísima. ¿Estaba llorando? ¿Quería entenderlo? Se cayó sentada y, sí, estaba borracha, por lo que dejó entrar a las aves y a house of the rising sun. Se acercó, acercó la boca a sus labios que estaban llenos de secreciones nasales y le besó, tranquila. No va a pasar nada. En su mano estaba una botella de ron y se la quitó, le hizo un gesto con su propia boca y él abrió la suya y le hizo beber. Dilo y te lo merecerás, dilo y te merecerás mi culo. Putísima, riquísima, bellísima. Dilo otra vez. Putísima, riquísima, bellísima. A horcajadas, apoyándose con una mano en el borde de la taza del baño, se sienta sobre él. Todo el cuerpo de él es un amasijo. Ella se acomoda y siente picoteos, aves que le roban la piel y él deja el sollozo. Comienza a respirar con una frecuencia estable y ella no se niega el placer hasta que le despierta los besos en la espalda que le da el bombero que la salvó del suicidio en dos ocasiones. Amor, hoy es tu terapia. Suena house of the rising sun.
“Imagínate ser Mark Zuckerberg, Imagínate de todas las personas ser Mark Zuckerberg y elegir como avatar virtual ser Mark Zuckerberg, pudiendo ser cualquier otra cosa, este pavo elige ser Mark Zuckerberg” Antes no podíamos elegir, pero ¿podemos ser otros? Sentado en la taza del baño del aeropuerto su viejo temor le invade y hace que se extienda. Deja su mochila en el piso. Los baños, esos baños de centros comerciales, malls, terminales de buses, aeropuertos dejan ver sus pies, sus tobillos, las botas de sus pantalones arrugados, que si uno quisiera podría coger, tirar y escaparse con tus pertenencias, tu laptop, tu Tablet, guardadas en tu mochila, casi todo lo que te hace, y te dejarían tu SmartPhone para recuperar de a pocos lo que eres. Cogió una de las correas para soltarla con la misma emergencia, sentía el peligro. No había qué defecar, casi nunca lo había, el miedo lo paralizaba, era su pasatiempo, su vigor extendido, según él, al riesgo. Temía la incontinencia y, para retroalimentarla, entraba en cuanto baño encontraba y aprovechaba en ser otro “soy un hombre nuevo”, buscaba señales de socialización en las redes sociales, mensajes no contestados, le ayudaba enfrentarse a su miedo, a perder el contenido de su mochila, si podía hacer eso, también podía hablar a esa chica o esa otra, una relación eventual, una mierda para pasar el rato, sabiendo que podía ser otro, un avatar, un personaje, podía ser otro, no el miedoso del cubículo del baño. ¿Puedes ser otro siendo el mismo? Recuerda que la segunda torre del World Trade Center cayó siguiendo a la primera, que la primera recibió primero el impacto del vuelo 11 de American Airlines y su gemela le siguió recibiendo el choque del vuelo 175 de United Airlines. ¿No importa ser otro, siempre acabaremos como el original? Mark Zuckerberg le saluda del otro lado, no hay consistencia física que perder. Unas gotas de orina caen a la base de agua, su mochila sigue ahí sin ser secuestrada y abre un inbox: Hola, ¿quieres follar? La mochila sigue en el piso, casi la mitad de él, en sus dispositivos, sigue ahí sin abandonarlo y Mark lo saluda desde su dispositivo de mano y piensa que unos minutos más escuchando Rosegarden funeral of stores, por los audífonos, no lo pondrá en peligro, nadie intentaría estrellar algo contra el aeropuerto de la Ciudad Imperial.
No estaría para nada mal ser el avatar de Mark Zuckerberg. O mejor dicho ¿Quién no quería ser el 0,0001 por ciento de Mark Zuckerberg? Ese que en la ficción de la película de Fincher se la juega al asombroso hombrearaña, ese multimillonario que parece la primera IA. Mira tras el gran ventanal sin encontrar vuelos en el espacio que anexa los grandes vidrios transparentes con su mirada. Al lado del ventanal colocó una pantalla de 50". El avión con matrícula CCB07 está siendo desinfectado con dos ráfagas de agua vertidas por dos camiones de los bomberos aeronáuticos y quiere imaginarse dentro del avión, como en un televisor de 14", veinte años antes, se imaginó en una de las torres siendo uno de esos puntitos que brincaban al vacío que lo es todo a través del espectador. Dentro del avión lo estaría pasando muy mal, presumiendo que más que un aterrizaje era un acuatizaje, calculando su muerte por ahogamiento, ¿Cuánto tiempo tomaría que sus pulmones se llenen de agua? El estertor sería sordo, un "goltin" en la superficie marcaría su final y el agua seguiría subiendo hasta cubrirlos a todos porque no imagina su fin sin el fin de todos. ¿Disfrutó, veinte años antes, imaginarse caer de una de las torres del World Trade Center y, lo más importante, había las suficientes torres para los 6100 millones de personas que habitaban el planeta el 2001? ¿Y, los que no tenían el juicio, capacidad, edad, raciocinio apropiado serían lanzados por los otros convencidos de que el fin de uno es el fin de todos? Son preguntas que cualquiera se haría. Vuelve a ver el cielo escampado, observa un pequeño punto a lo lejos y piensa que es el segundo vuelo que llega a la Ciudad Imperial después que se ha habilitado el regreso los vuelos comerciales, siente una ligera tibieza en su cuerpo desnudo a pesar del frío que invade su todo desde el piso cerámico en que está sentado ¿Alguna vez se estrellara un avión en esta mística ciudad? El tren de aterrizaje del vuelo con matrícula CCB07 gira hasta torcerse, como ropa mojada exprimida, que siente el chirrido en sus dientes, y ve al fuselaje, con el líquido chorreando de él, apenas moverse en la pantalla de 50", sabiendo que él es el todo, el espectador.
En el sueño, ella, está al final del pasadizo mirando la caída que le espera. En el recuerdo, ella, cuando lo reescribe en el sueño, hay venganza. En el sueño-recuerdo, ella, escucha una voz que le dice: “si vas a saltar hazlo cuando cierre la puerta". Ella, escucha el portazo. Pasa una pierna que se columpia en el vacío y, la otra, se queda apenas tocando el piso con la punta del pie. ¿Zapatillas rojas para un suicidio? ¿Y al puto bombero, que de un patadón en la teta izquierda evitó su intento hace unas semanas, no le importa? ¿Zapatillas rojas? Ella tan riquísima, tan putísima ¿y no le importa? El timbre de la notificación de mensaje la despierta. Él sigue durmiendo. Su uniforme y casco de bombero están colgados cerca de la cama por si hay una emergencia, es otra noche de guardia que la pasa con ella y no imagina noches con otra, por ahora. Tan riquísima. Coge su teléfono, lee el mensaje y entra al perfil. No está nada mal. Tampoco está buscando un buen partido, a alguien con quién pasar el resto de su vida, con quién procrear y, por el mensaje, tampoco este buscaba algo serio, algo que no permita que deje mensajes a mansalva que rocen con el delito. Es de menos decir que les excitaba a estos canallas, tipejos aficionados al peligro tontito que no se miden en sus mensajes, no los culpaba, sus fotos de su perfil no eran nada trucadas. Tan bellísima, tan riquísima. No a todos les hacía caso. No todos encontraban la frase clave, su zapatilla de cristal, su cerrajero oriental de la matrix. Todo lo que buscaba era la nada, pero entendida por un físico, ya que, para ellos, los profesionales de esta materia, la nada era mucho, demasiado, casi todo, si no más que el todo, de igual proporción. Buscar la nada es más ambicioso que encontrar el todo y le escribió preguntándole dónde se podrían encontrar y qué tiempo le tomaría llegar, no por nada dejó de intentar saltar.
Días después del 22 de agosto del 2020, en que 13 jóvenes murieron asfixiados en una discoteca de los Olivos tras el operativo de la PNP al no cumplir las medidas restrictivas por la pandemia, en el entierro de Alison Montañez, alrededor de su tumba y sobre los nichos, sus amigas bailaron y la despidieron al ritmo de reggaetón y cerveza. Días después de su muerte, víctima del COVID-19, el 30 de agosto del 2020 se realiza el homenaje póstumo al alcalde de la Ciudad Imperial en la plaza Cabildo donde se reúne una considerable caravana que lo despide con la adecuada ropa de luto. Piensa que una última entrada al baño en el aeropuerto hubiera reducido la ansiedad que le produce el contenido de su vejiga. Todos los pasajeros sospecharan de sus reiteradas visitas al baño del avión. Trata de concentrarse en otros pensamientos para relajarse. Debido a la triquinosis, judíos y musulmanes, prohibieron la ingesta de cerdo, probablemente, pero más cierto sería, estos pueblos orgullosos de sus orígenes son celosos de su comunicación directa con Dios y el conocimiento de su imagen, cosa que infecciones cerebrales las hacen muy posibles, hasta llegar a conocer su verdadero nombre. Siente una ligera humedad en su ropa interior. Lo imagino. Una ligera molestia en la uretra, un cosquilleo en el perineo. Lo siento. Mira desde la ventanilla torres en construcción y especula que los campos de concentración, no solo los de los nazis, eran experimento de campo sobre la conducta de una población en hacinamiento previendo el futuro de ciudades hacinadas controladas por tus propios paisanos. Así el policía municipal podría ser análogamente como funcionó el capataz judío y la PNP como un soldado raso cuidando el perímetro del campo, pero en este caso llevado de su ciudad de origen a otra para no empatizar con la población. ¿Podría romper el vidrio? Se levanta de su asiento pidiendo permiso para llegar al pasadizo y dirigirse a la cola donde está el baño. Sus ganas de mear se intensifican a cada paso. Voltea. Sería muy difícil llegar a la cabina. ¿Cumplirán los protocolos de clausura total de la puerta, donde se encuentra la tripulación, que se impuso desde días después del atentado a las torres gemelas? Se le escapa un chorro, lo relaja, no hay necesidad de llegar rápido a la cola del avión. La suegra de su ex pagó por pruebas moleculares para todos los que vivían en su casa, se trataba de una familia extensa, solo los menores mantuvieron virginales el fondo de sus fosas nasales. Tenía la esperanza que así descubriría quién trajo el virus que casi se la llevó a su cielo católico. Se le acercó al personal pagado de una clínica local y le dijeron que así no funcionaba la prueba, lo que importaba era que toda la familia, incluidos nueros, nueras, habían sobrevivido a la infección a pesar de tomar dióxido de cloro. Hasta ahí llegó la paciencia de la actual suegra de su ex, ella vistiéndose se lo contó, que, con una mirada furibunda, su suegra, los condujo a la puerta de salida de la casa familiar y chancó la puerta detrás de ellos. No creía en la fortuna, alguien de su familia trató de matarla con el bicho. En el baño trata de evitar estos pensamientos intrusivos pensando que ¿qué haría sin ellos, se volvería loco? ¿Tendría más tiempo si pone el seguro a la puerta del baño e intenta romper la ventanilla? Muchos aviones llegaron a tierra despresurizados, no era una estrategia seria. Aprovechó y se sentó para descansar. La vida nos la pasamos sin hacer nada, nada visible y todo se mantiene en nuestra cabeza, en la nada. ¿Sabría cómo obligar a la tripulación para que el vuelo vuelva a la Ciudad Imperial y de ahí que suceda lo que él ya no podría evitar? ¿Respetarían las normas de distanciamiento, el ponerse mascarillas, no amontonamiento de gente, los deudos? ¿Las expresiones de dolor serían nuevamente ridiculizadas y condenadas por un lado y por el otro hasta casi verlo con reverencia y respeto? Suena el timbre de la notificación de mensaje, le pregunta dónde y, si es posible, en este momento encontrarse para follar y siente que su vejiga se llena nuevamente de orina al tener otro motivo para hacer girar ese avión al lugar de su partida y, en ese momento, quería ser ese hombre anterior.
DIOSEBRIO & PERCY QUISPE CHAUCA

Diosebrio & Percy Quispe Chauca es una sociedad esquizotípica que aprovecha los síntomas negativos para la producción de imágenes, y los síntomas positivos los utilizan para lo más importante: No Hacer Nada.